NO QUIERO DECIRTELO, QUIERO...
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CUANDO LA CONFIANZA ES GRANDE... EL DESEO ES POCO...
NO NOS ENGAÑEMOS, LA MÁXIMA PROXEMIA NO INDICA NECESARIAMENTE DESEO.
Cuando la confianza es grande claramente tenemos a nuestro lado a un gran amigo. El toqueteo confianzudo nos aclara que somos buenas amigas a diferencia de lo que podríamos pensar... un objeto del deseo. No llegamos a ser ni una muñeca inflable, apenas una pepona o Jolly Bell con la que jugabamos a la mamá y le dabamos de comer tortitas de barro. Si pretendemos ser la Barbie que despierta líbido, estamos lejos de nuestro camino.
Si recordamos nuestra niñez, la muñeca a la que mas distancia ponían nuestros amigos o hermanos era a aquella Barbie desnuda de pechos inmensos sin pezones y bombacha color piel adosada como si fuera parte de su cuerpo. Esta analogía dista de ser una comparación morfológica, es en todo caso un análisis proxémico de la situación.
Si nos detenemos a contemplar el accionar de nuestro "amigo", podemos obsevar que es mayor la distancia hacia aquellas mujeres con las que en realidad quieren tener contacto físico. Es decir, a nosotras nos tocan y a las otras las desean.
Cuando el deseo es grande, debe estar mejor camuflado. Hay que hacerse rogar, queremos que el otro se nos acerque y no a la inversa, sino se puede pasar por desesperado. Por eso cuando uno tiene la tranquilidad de saber que no pretende nada físico con el otro, tiene la confianza suficiente para acercarse sin trabas ni tabúes. En cambio, cuando uno tiene la certeza de desear al otro, toma distancia física para preservar el misterio.
Entonces queridísimas/os, el secreto esta en la MÍNIMA PROXEMIA; es decir, en la máxima distancia.
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