NO QUIERO DECIRTELO, QUIERO...




¿Cómo hacemos para hacernos entender, sin decirlo?

Uno de los objetivos mas importantes en la vida sexual de ellas es que nos entiendan sin tener que explicarlo.

Queremos que lo adivinen, que sean telépatas experimentados y que además accionen en el momento indicado.

El gran problema es hacernos entender. Lo hemos probado todo, sonidos, ubicaciones, direccionamientos a diestra y siniestra, pero a veces nos debilitamos ante el verbo. Cuando lo decimos ya deseamos otra cosa diferente, y lo que mas nos disgusta es tener que haberlo dicho.

Claro que es complicado, pero si nos hemos entregado al verbo, hay que avanzar aún mas para que el verbo se haga carne y habite entre nosotros. El intermedio no es bueno, si no queremos decirlo, no lo digamos; y si lo decimos, el secreto esta en la repetición.

Pero existen muchos lenguajes posibles, muchas vías de comunicación. El lenguaje gestual, corporal, táctil, respiratorio, sonoro no-verbal y todo lo que sus prolíferas imaginaciones les brinden. A su vez podemos agregar la cantidad de matíces, velocidades, volúmenes, etc.

En este caso vamos a hablar de lo que llamo el lenguaje refractario o de reflejo. Nuestro cuerpo actúa como espejo del que nos acompaña o a la inversa, yo provoco en el otro lo que yo quiero que se refleje en mí. Practiquen, prueben...

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